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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

JUAN ANTONIO PEREZ BONALDE

 

 

Juan Antonio Pérez-Bonalde Pereira (Caracas, Venezuela, 30 de enero de 1846 - La Guaira, 4 de octubre de 1892) poeta y traductor venezolano considerado por la crítica como el máximo exponente de la poesía lírica del país, del romanticismo y uno de los precursores del modernismo, además traductor de libros al español.

Pérez Bonalde nace en Caracas el 30 de enero de 1846, cuando Venezuela comienza a vivir la etapa agitada de su republicanismo. Hijo de Juan Antonio Pérez-Bonalde y de Gregoria Pereira Rubín, cuyo hogar por tradición y convicción fue liberal y civilista, lo que le habría de traer problemas en esa Venezuela enfrascada en permanentes disputas de carácter político.

La época que corre paralela a su infancia se identifica con la violencia que sacude al país. Desde el punto de vista literario, cuando nace Pérez Bonalde, ya el romanticismo se ha impuesto en América. Los poetas venezolanos toman como modelos los románticos franceses y españoles, pero aún no se había producido un poeta romántico de carácter universal.

Cuando Pérez Bonalde tenía 15 años, en 1861, su familia decide emigrar para evadirse de los peligros de la guerra. Se dirigen a Puerto Rico donde encuentran refugio. Allí el futuro poeta ayuda a su padre a regentar un plantel educativo y se dedica a aprender idiomas. Pronto llega a dominar el inglés, el alemán, el francés, el italiano, el portugués, el griego y el latín. Esta afición a las lenguas extranjeras le va a permitir en años posterior traducir con maestría poetas de otras nacionalidades como Edgar Allan Poe y Heinrich Heine.

Tras el fin de la Guerra Federal, en 1864, su familia regresa a Venezuela. Ese mismo año, Juan Antonio sufre el primer golpe doloroso de su vida, muere su padre y el poeta debe velar por su familia.

Muy pronto la guerra civil vuelve a hacer su aparición en el país. Esta vez el nuevo caudillo es Antonio Guzmán Blanco quien se impone y comienza el despotismo ilustrado que va a durar siete años, Pérez Bonalde se opone al dictador y tiene que expatriarse voluntariamente a partir de 1870. Fija su residencia en Nueva York. Allí va a ocuparse en diversas actividades pero también va a escribir lo más importante de su obra poética. Para ganarse el sustento se ve obligado a trabajar en una fábrica de perfumes en la Compañía "Lahman y Kemp". Redacta propaganda comercial en varios idiomas y viaja por las principales regiones de Norteamérica. Desempeñando este trabajo, tuvo la oportunidad de conocer, en viajes de negocios, varios continentes: Europa, Asia y África, con lo cual adquirió una concepción más amplia de la cultura.

Estando en Nueva York recibe la noticia de la muerte de su madre, lo que va a significar un rudo golpe para el poeta. En 1876 las circunstancias políticas abren las puertas de Venezuela a Pérez Bonalde. El presidente Francisco Linares Alcántara propicia un clima de tolerancia política y el poeta regresa. Durante la travesía, en el barco que lo conducía a Puerto Cabello, un mundo de recuerdos lo invade: la infancia, la patria, el dolor por la madre muerta, le producen la inspiración necesaria para escribir el poema Vuelta a la Patria.

En 1877 regresa a Nueva York y recoge todos los poemas que ha escrito hasta el momento en un volumen que tituló Estrofas, son cuarenta poemas donde está incluido Vuelta a la Patria.

En 1879 contrae matrimonio con la norteamericana Amanda Schoonmaker, que le dará una hija, Flor, a pesar de no ser una pareja especialmente feliz. Pérez Bonalde se centrará en su hija. Es tanta la alegría que ese mismo año publica su segundo libro de poesías originales: Ritmos, conjunto de 35 poemas, en donde aparece El canto al Niágara una de sus más celebradas composiciones. En 1883 muere su hija Flor en forma inesperada. Conmovido por ese inmenso dolor escribe el poema Flor y además el poema Gloria in Excelsis.

Paulatinamente cae en las drogas y el alcohol, por lo que su salud pronto se resiente. En 1888 enferma gravemente y es recluido en un hospital donde permanece un año. En 1889 es llamado a Venezuela para colaborar en el gobierno de Raimundo Andueza Palacio, será este su último retorno al país.

Pérez Bonalde viaja a Amberes, pero enferma y se ve obligado a regresar desde Curazao. El 4 de octubre de 1892 muere en La Guaira. En 1903 se trasladaron sus restos al Panteón Nacional, en donde se le rindieron honores fúnebres.

Biografia e imagem do poeta: https://es.wikipedia.org/

 

 

 

TEXTO EN ESPAÑOL  -  TEXTO EM PORTUGUÊS

 

 

PEREZ BONALDE, J. A.  Poesías y traduccionesCaracas, Venezuela: Ministerio de la Educación; Academia Nacional de la Historia, 1989.  221 p     12,5 x 18 cm.   (Biblioteca Popular Venezolana, 20)  Portada: Eddie Rojas.    ISBN  980-222-267-4

Ex. bibl. Antonio Miranda

 

 

 

 

LUZ REFLEJADA

 

   Es a mi alma tu cariño santo
lo que el tibio fulgor
del astro de la noche es a la tierra:
un saludo tristísimo del sol.

Del sol ausente que al planeta envía
su nocturnal adiós,
al satélite haciendo mensajero
de su ardiente, lejano resplandor.

Yo soy la opaca, la errabunda esfera
que va del sol en pos;
tú, la luna serena que recibe
del sol de mi ideal la irradiación.

 

 

 

VIDA Y MUERTE

 

(Imitación del árabe)


   Nació en Oriente un sol esplendoroso,
en la verde arboleda un ruiseñor,
en vibradora cítara un sonido,
y tú en mi corazón.

 

   Murió el astro en las sombras de la tarde,
en jaula de oro el ave pereció,
la melodiosa nota en el silencio,
y yo en tu corazón.

 

 

 

EN EL MAR

Ya es la hora solemne en que el espíritu
por la abstracción se aleja de la tierra;
la hora de los suspiros y las lágrimas,
de las memorias que el pasado encierra.

Ceñida de sus cien constelaciones
la transparente bóveda del Sur,
deja caer sobre el océano en calma
rayos de ténue y misteriosa luz;

 

   El mar, enamorado, con fosfórico
brillo responde al celestial arrullo,
y la nave gentil, ráuda, deslizase
de la onda azul al rítmico murmullo.

Todo es amor, misterio y poesía
en los astros, las brisas y la mar,
y el pensamiento flota y se dilata
en el éter de la luz del ideal;

   De ese ideal en cuyas alas fúlgidas
más allá de la vida nos alzamos,
y contemplando el Universo, atónitos,
con un beso de amor lo saludamos.

 

    Entonces el triste viajador, cargada
de visiones sin fin la insomne sien,
solo, en la popa de la frágil nave,
se entrega del recuerdo a la embriaguez;

Y ve pasar en ilusión fantástica,
a través del cristal de la memoria,
unas tras otras, dulces o tristísimas,
las dichas y amarguras de su historia;

   Los encantados tiempos de la infancia
teñidos de oro y de celeste azul;
la bendecida ausencia de la culpa
y el reinado feliz de la virtud;

 

   La imaginaria pena, aquellas lágrimas
que entonces, ay, juzgamos de amargura,
y que hoy gozosos  a verter volviéramos
como nuncios de célica ventura!

Los besos de la madre idolatrada,
los gajes de cariño paternal,
y aquellos sueños de color de rosa,
y aquella dicha del primer hogar!

Viene después la adolescencia férvida
con sus flores, sus versos, sus visiones,
y su tesoro inagotable, espléndido,
de locas y doradas ambiciones,

 

   Y con ella, ese amor de los amores
vuelve a nacer con nueva juventud:
el amor de la tierra bendecida
en donde vimos la primera luz;

 

   ¡La patria inolvidable! centro mágico
de todo cuanto amamos y nos ama,
cuyo recuerdo en las entrañas márgenes
de noble ardor el corazón inflama;

Allí, donde abrigamos, entusiastas,
la de gloria primera aspiración;
allí, donde libamos con delicia
la miel sabrosa del primer amor!...

   ¡O tiempos de ilusión y de fe célica!
Emjambre de pintadas mariposas!
Abril pasó, y os alejásteis, rápidas,
en busca de otras auras y outras rosas!...

Nunca más volveréis!... mas el recuerdo
del bien perdido guarda el corazón;
que al posaros en él, de vuestras alas
el polvo de oro y de carmin quedó!

 

 

II

   El viento gime en las cuerdas.
Las ondas, quedo, suspiran;
los astros en lumbre giran,
y todo dice, “soñad!”

Y el viajero, reclinado
sobre lonas y cordeles,
olvida sus horas crueles
y sueña felicidad!

--

   De pronto, la voz de ¡tierra!
dá en la prora el navegante,
y un resplandor vacilante
se vé a lo lejos brillar.

 

— ¡Tierra! es decir, el presente,
las miserias de la vida,
y la pena que se olvida
en la soledad del mar!

 

   Todo vuelve en un instante,
los recuerdos se evaporan,
y los sueños que enamoran
ceden el campo al dolor!

 

   La realidad triste y fría
ante la vista aparece,
y una lágrima humedece
los ojos del viajor…

--

¿En dónde estais, adoradas
ilusiones de otros días,
esperanzas, alegrías,
fe, consuelos, religión?...

¿En dónde estais, padre, madre,
hermanas, hogar, ventura,
y aquella amistad tan pura
en que creyó, el corazón…?

--

   Unos y otras, todos juntos
en el seno de la muerte,
que todo al fin se convierte
en polvo de nuestros pies;

   Somos después de la vida
lo que fuimos antes de ella:
somos una débil huella
entre el “antes” y el “después” .
--

¡Felices los que en la tumba
duermen el sueño profundo,
sin temer que venga el mundo
a despojarlos jamás!
Esos, al menos, no sufren,
esos sin fruto no luchan,
ni los lamentos escuchan
de los que padecen más.
--

Lo que el mundo llama suerte
les fue en extremo propicia;
ni los hiere la injusticia,
ni los mina la ambición;

   No abrigan odio sus pechos,
no tienen llanto sus ojos,
ni sus conciencias abrojos,
ni heridas su corazón;

---

Ellos el dolor ignoran,
allá, en su profundo olvido,
de ver el crimen vestido
y desnuda la virtud;
De ver un déspota fiero,

de sangre de hermanos rojo,
dictar la ley de su antojo
a la esclava multitud;

   Do Deus que amaram fervorosamente
não venha o templo sagrado
convertido em vil mercado
de um interesse terrenal.
Não venha, afinal, a honra santa
posta em publico leilão,
que suas raízes não enredarão
nos sepulcros o mal!

   Del Dios que amaron fervientes,
no ven el templo sagrado
convertido en vil mercado
de un interés mundanal.
No ven, en fin, la honra santa
puesta en pública almoneda,
que sus raíces no enreda
a los sepulcros el mal.

Si esa no es dicha, ninguna,
existe aquí en este mundo:
Paz y descanso profundo!
Ni llorar, ni ver llorar!...
Muerte! Aún no te he invocado,
mas si mañana llegáras
a mis portas, las hallarás
abiertas de par en par!

 

 

 

 

TEXTO EM PORTUGUÊS

Tradução (livre) de ANTONIO MIRANDA

 

 

NO MAR

Chegou a hora solene em que o espírito
pela abstração se afasta da terra;
a hora dos suspiros e das lágrimas,
das memórias que o pasado encerra.

 

Cingida de suas cem constelações
aa transparente abóbada do Sul,
deixa cair sobre o oeéano em calma
raios de tênue e misteriosa luz;

 

   O mar, enamorado, com fosfórico
brilho responde ao celestial arrulho,
e  a nave gentil, rápida, desliza
da onda azul ao rítmico mergulho.

 

Tudo é amor, mistério y poesia
nos astros, las brisas e o mar,
e o  pensamiento flutua e se dilata
no éter de luz do ideal;

 

Desse ideal em cujas asas fúlgidas
além desta vida nos elevamos,
e contemplando o Universo, atônitos,
com um beijo de amor o saudamos.

 

   Então o triste viajante, carregada
de visões sem fim a insone têmpora,
só, na popa da frágil nave,
entrega-se da lembrança à embriaguez;

 

   E vê passar em ilusão fantástica,
através do cristal da memória,
uma a uma, doces ou tristíssimas,
as venturas e amarguras de sua historia;

 

   Os encantados tempos da infância
tingidos de ouro de celeste azul;
a bendita ausência de qualquer culpa
e o reinado feliz da virtude;

 

   La imaginaria pena, aquelas lágrimas
que então, ai, julgamos na amargura,
e que hoje com prazer a verter voltássemos
como núncios de celeste ventura!


Os beijos da mãe idolatrada,
los ossos do ofício de carinho paternal,
e aqueles sonhos de cor rosada,
e aquele privilégio do primeiro lar!

 

   Vem depois a adolescência febril
com suas flores, seus versos, suas visões,
y seu tesouro inesgotável, esplêndido,
de loucas  e douradas ambições,

 

      E com ela, esse amor dos amores
volta a nascer com nova juventude:
o amor da terra abençoada
onde vimos a primeira luz;

 

   A pátria inesquecível! centro mágico
de tudo quanto amamos e nos ama,
cuja lembrança nas entranhadas margens
de nobre ardor o coração inflama;

 

   Ali, onde abrigamos, entusiastas,
a gloriosa primeira aspiração;
ali, onde sugamos com prazer
o mel saboroso do primeiro amor!...

 

   Ó tempos de ilusão y de fé celestial!
Enxamee de pintadas mariposas!
Abril passou, e vos afastastes, rápidas,
em busca de outras auras e outras rosas!...

 

    Nunca más voltareis!... mas a lembrança
do bien perdido o coração guarda;
que ao pousardes nele, de vossas asas
o pó de ouro e de carmim restou!

 

II

   O vento geme nas cordas.
As ondas, quieto, suspiram;
os astros em fogo giram,
e tudo diz, “sonhai!”

 

   E o viajante, inclinado
sobre lonas e cordas,
esquece aquelas hordas
e sonha felicidade!

 

   De repente, a voz de “terra”!
grita na proa o navegante,
e um esplendor vacilante
vê-se à distância brilhar.

 

 

— Terra! quer dizer, o presente,
as misérias desta vida,
e a pena que se olvida
na solidão do mar!

 

   A realidad triste e fria
diante da vista aparece,
e una lágrima umedece
os olhos do viajante…

--

Onde estais, adoradas
ilusões de outros dias,
esperanças, alegrias,
fé, consuelo, religião?...

 

   Onde estais, pai, mãe,
irmãs, lar, ventura,
e aquela amizade tão pura
em que acreditou, o coração…?

--

   Uns e outras, todos juntos
no seio desta morte,
que tudo afinal por sorte
se converta no pó de nossos pés;

 

--

   Somos depoiws desta vida
o que fomos antes dela:
somos una débil sequela
entre o “antes” e o “depois” .
--

Felizes os que na tumba
dormem o sono profundo,
sem temer que venha o mundo
a despojá-los jamais!

   Esses, pelo menos, na sofrem,
esses sem fruto não lutam,
nem os lamentos escutam
dos que sofrem ainda mais.
--

O que o mundo chama de sorte
foi-lhe extremamente propicia;
nem fere-os a malícia,
nem os mina a ambição;

   Não abrigm o ódio seus peitos,
não têm pranto seus olhos,
nem suas consciências abrolhos,
nem feridas seu coração;

---

Eles ignoram a dor ,
lá, em seu profundo olvido,
de ver o crime vestido
e desnuda a virtude;
De ver um déspota feroz,

de sangue rubro de seus irmãos,
ditar a lei de sua ambição
à esclava e indefesa multidão;

   Do Deus que amaram fervorosamente
não venha o templo sagrado
convertido em vil mercado
de um interesse terrenal.
Não venha, afinal, a honra santa
posta em publico leilão,
que suas raízes não enredarão
nos sepulcros o mal!

Se essa não for uma benção, nenhuma,
existe aqui neste mundo:
Paz e descanso profundo!
Nem chorar, nem ver chorar!...
Morte! Ainda não te he invoquei,
mas se amanhã chegares
até as minhas portas, estarão
abertas de par em par!

 

 

 

LUZ REFLETIDA

 

   É à minhs alma teu carinho santo
o que o ardente fulgor
do astro da noite é à terra:
uma saudação tristíssima do sol.

Do sol ausente que ao planeta envia
seu nocturnal adeus,
ao satélite fazendo mensageiro
de seu ardente, distante resplendor.

Eu sou a opaca, a errática esfera
que vai do sol depois;
tu, a lua serena que recebe
do sol de minha ideal irradiação.

 

 

 

VIDA E MORTE

 

(Imitação do árabe)


   Nasceu no Oriente um sol esplêndido,
no verde arvoredo um rouxinol,
na vibrante cítara um som,
e tu em meu coração.

 

   Morreu o astro nas sombras da tarde,
na jaula de ouro a ave se acabou,
a melodiosa nota que silenciou,
e eu em teu coração.

 

 

 

*

 

 

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Página publicada em fevereiro de 2021

 


 

 

 
 
 
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